viernes, 14 de noviembre de 2008

Somos Más


"Encuentran cuerpo decapitado en barranco", "Policía ministerial secuestrado", "Enfrentamiento entre sicarios en colonia habitacional"; ideas que retumban en nuestros oídos día tras día. Pero, ¿Qué hay más allá de esa Tijuana.. Esa que no está "en manos de los delincuentes"? 
Comencé a escribir esto con el claro objetivo de mostrar la otra Tijuana, esa que me hace sentir orgullosa de vivir aquí. Por unos segundos mi mente se quedó en blanco y luego comprendí que debía comenzar con mi propia experiencia para después ir a lo general.
Estoy a un mes de cumplir 22 años y llegué a Tijuana en compañía de mi familia a los 40 días de nacida, por lo que siempre me he considerado y sentido tijuanense. Historia común entre la población de nuestra ciudad. 
Aquí he vivido los mejores y más grandes momentos de mi vida; aquellos que han formado a la persona que hoy soy; mis raíces están echadas aquí.
Gran desilusión invade mi ser al darme cuenta de lo que pasa en esta ciudad que me ha dado tanto; éste se potencia cuando veo que nos hemos hundido en un estado en el que perdimos completamente la objetividad y el optimismo; todo lo vemos negro y peligroso, cuando en estas tierras hay miles de oportunidades que explotar.
Tijuana. El albergue de tantas familias fugitivas de sus propios hogares, la cuna de una nueva cultura; una gran cultura, mezcla de costumbres e idiosincrasias tan distintas, han dado lugar a una nueva y compleja forma de vida.
Un atardecer en octubre ilumina la esperanza de miles de personas que han llegado con las alas caídas, pero con su fe puesta en que la vida les brindará otra oportunidad y es que Tijuana le tiende la mano a quien viene a trabajar.
El mar, las playas y las montañas se confabulan para darnos un cálido abrazo y demostrar lo más noble de su existir; nos une como hermanos, evidencia que todos somos hijos de la misma naturaleza y nos la la oportunidad de crear vínculos: otro de los grandes regalos de esta ciudad.
La mayoría somos migrantes, por eso existe una necesidad colectiva de arraigarse, de unirse, lo cual da pie a las más puras y estrechas relaciones y aunque no hay contacto con la propia sangre, cada uno ha formado a su familia; esa que no te toca, sino que escoges.
Lo mejor de los dos mundos; el tercero y el primero, tan extremos y tan cercanos. Se dice que no somos ni de ahí ni de allá, y talvez sea cierto, porque somos de aquí, somos tijuanenses y eso nos da una gran identidad.
La búsqueda constante de dicha identidad nos ha llevado a la producción e innovación de arte y cultura; con los años Tijuana se ha convertido en la cuna de extraordinarios trabajos artísticos. Por ello, anualmente se reciben infinidad de exposiciones y puestas en escena de fama internacional.
El auge cultural es extraordinario; pintores, escultores, poetas, fotógrafos, literatos, actores, músicos y cantantes lo respaldan con la gran calidad de sus obras.
El avanzado desarrollo económico que tenemos hace voltear la mirada de potencias mundiales de mercado; ellos han establecido en nuestras tierras importantes empresas que hoy nos dan fama global y que además, crea el intercambio cultural que nos hace ir un paso adelante que cualquier otra ciudad del país, y de muchas otras del mundo.
Ahora lo veo tan claro, cuando me pregunto, ¿Qué hay de esa otra Tijuana?, ¿Esa que no está en manos de los delincuentes? Me doy cuenta que no existe "otra Tijuana", es sólo una; con buenos y malos, con ventajas y desventajas, pero que nos ha cautivado y nos regala a diario un pedacito de su gran corazón.
Los balazos existen, es innegable, pero la violencia está en el mundo, no sólo en Tijuana. 
Los medios se han empeñado en magnificar lo rojo y con ello, cumplen el objetivo de las mafias: aterrorizar.
Cooperan también para hundir económicamente a esta ciudad, cuna de la tecnología y de los mejores médicos del mundo, de jóvenes matemáticos campeones internacionales, de talentosos ciudadanos, de gente buena, trabajadora, que sabe convivir, que respeta al medio ambiente y tiene aspiraciones, de niños que quizá el día de mañana lleguen a ser personajes famosos por sus buenas acciones.
La gente comienza a aburrirse del triste espectáculo.
Más. Somos muchos más que el grupúsculo de maleantes y de medios amarillos y rojos.
Por eso, ni la más estruendosa sirena, ni el seco relámpago de los disparos, ni un grito desesperado podrán acabar con la magia que tiene este lugar; porque Tijuana nos ha regalado un poco de su luz, de su nobleza y su fuerza... suficiente para ser capaces de defender lo que es nuestro, lo que llevamos dentro, defender eso que nos hace sentir orgullosamente tijuanenses.