Ya no quiero escribir de amor

Leyendo hacia atrás me doy cuenta que siempre escribo para ti. Desde hace tiempo clavaste tu cualidad en mis palabras y robaste así mi inspiración. Inevitablemente tomas posesión de mis muñecas; cada una de las letras que emanan son siempre para ti, tan sólo para ti. Has usurpado cualquier otra razón. 

Y es que en mi desesperación por tenerte no hago más que invocarte; invocarte con mis dichos y sentencias. Porque escribir de ti es tan fácil; tan sólo basta con cerrar los ojos y volver a imaginarte. Tu presencia se hace partícipe de cada uno de mis suspiros y rueda por mi piel; entonces las palabras solo fluyen. 

Hoy me revelo total y absolutamente romántica. Enamorada del amor y sus derivados. Del asquerosamente rosa y las cursilerías. De la pasión eterna y latente que caracteriza a los enamorados en novelas. De los besos que no son más que el sentimiento traducido en cuerpos y de las caricias que entregan una intrínseca declaración de amor. 

Enamorada de tí, de tu olor, de tus ojos y tu boca que hipnotizan. De tu figura, esa que yo misma he inventado; que se ha formado con mis años y antojos. Con mis ilusiones y bobadas. 

Vas desde el peor bandido al más dulce de los compañeros. A veces mendigo de ilusiones e imperfecciones, otras autor de luz y gestos. En días gris y desechable; en otros depredador de la más alta categoría.

Y sin quererlo estoy de nuevo aquí, escribiédote. Dedicándote mi cíclico y patético sentir; mi recurrente e idealista emoción. 

Hoy solo quiero morderte la boca, y tomarte en un suspiro.

Ya no quiero escribir de amor... solo quiero vivirte.